Hay un secreto a voces en la Venezuela de hoy, un hecho que recorre calles, pueblos y cacerios, una realidad que sacude los cimientos de nuestra sociedad y que invita a la familia venezolana a reflexionar. En este instante el maestro venezolano se encuentra en lo más profundo de la desesperanza, la tristeza arremete con mucha fuerza en su corazón, el miedo en algunos los paraliza, la duda, en otros los retrasa, la incertidumbre hace estragos en los corazones de cada maestro de a pie, en cada educador nacido en esta hermosa tierra de gracia.
Muchas familias en su quehacer diario, en ese ajetreo de la cotidianidad desconocen como el desaliento y la fe perdida golpea al maestro venezolano con mucha fuerza. Hoy más que nunca su rostro, que alguna vez fue el reflejo de la esperanza para miles de niños y jóvenes, hoy sólo refleja el silencio ensordecedor de una sociedad que le ha dado la espalda. Quien oprime y golpe sin misericorda al maestro no tuviese tanta fuerza si no contará con el apoyo de algunos de los oprimidos.
Aun así, debemos insistir, maestro, colega, amigo, un paso a la vez, un día a la
vez; pero debemos dar la batalla, aunque ésta sea la última que libremos, nuestra última escalada. Hoy
más que nunca debemos secar nuestras lagrimas, levantar el rostro y de la
manera más digna posible asumir cada reto, cada desafío que la vida nos
presente con entereza, con gallardía. Ya vendrán nuevos tiempos en el ejercicio de la praxis docente, Algún día, un nuevo
amanecer se abrirá paso en nuestra querida nación y se reflejará en nuestros ojos como la luz de la esperanza, la luz de la libertad.
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