Muchos decidimos transitar el camino de la docencia por el ejemplo que dentro de la familia hay en la praxis de esta hermosa profesión. En mi caso, una familia de docentes, de todos ellos, dos en especial (Yuyo y Tía Aleyda) quienes sin saberlo sembraron en mi corazón la semilla de la docencia. No fueron sus palabras, sino sus acciones la que transformaron mi vida y me enseñaron desde pequeño que todo trabajo es digno. El que trabaja en la vigilancia, que con su esfuerzo cuida y protege familias, bienes o recursos, la mujer que, anteponiendo su propia salud, plancha y lava para llevar un plato de comida a casa, el que vende sus frutas en la esquina que, sin importar cuanto sol o lluvia reciba, asume gallardamente su compromiso laboral; pero también el bombero salvando vidas, el ingeniero diseñando puentes, el arquitecto construyendo sueños, todos desde su esfuerzo, en su entorno, hacen su trabajo con mucha dignidad. Ahora bien, desde mi adultez me cuestiono, ¿y el docente? cómo est
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