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RESISTIRSE Y REHACERSE. Un mundo en resiliencia




En tiempos de tanto agobio para la humanidad se hace necesario abrir pequeños espacios para la reflexión y el crecimiento personal, algo así como un respiro en un contexto bastante asfixiante. 

No creo ser el único en tener dificultad para visualizar un futuro, ni siquiera a corto plazo, pero bueno, la resiliencia también se muestra en este instante como una poderosa herramienta al alcance de todos, algo que para muchos resulta en una opción, quizás la única.

En las últimas semanas en los avatares de mi praxis profesional como educador me he encontrado con la frase "desesperanza adquirida", un concepto que nunca había escuchado ni leído y la verdad, me impacto conocerlo, hablamos no sólo de una sensación, la indefensión adquirida, como también se le conoce, se refiere a ese pensamiento recurrente que muchos tienen con la convicción de que ya nada se puede hacer ante una situación profundamente adversa.

Es un peso muy grande para cualquier persona suponer que sin importar lo que se haga o se diga ante una adversidad nada pudiera cambiarla. Allí entra entonces la resiliencia con toda su majestuosidad, pues no se trata simplemente de ser “positivos” ante un problema, la resiliencia va mucho más allá de eso, se trata de aprehender de las experiencias difíciles y convertir esa realidad dolorosa en una oportunidad única de transformación y de crecimiento personal.

Aceptar la realidad que pudiera estar impactándonos de manera brusca, adaptarnos a esa realidad, pero alejados de la resignación, replantearnos nuestra vida en función de aquello que nos afecta de manera directa y reimpulsar nuestra vida con una actitud vital, transformadora de aquel dolor en un aprendizaje significativo.

Por estos dias muchos estamos cerrando ciclo, el que se jubila, el que renuncia, el que emigra, en mi caso, cierro una etapa de aprendizaje significativo como formador de voluntades, como diría el gran maestro Prieto Figueroa. Un grupo de niños, quince para ser más exactos, quienes dejaron una huella indeleble en el camino de mi vida pues recorrieron conmigo un año muy turbulento desde lo pedagógico, llenos de obstáculos que hicieron de nuestro día a día una gran aventura.

Siempre es buen momento para dar gracias a Dios por aquellos dias soleados, que fueron muchos, pero también por aquellos dias de tormenta, para estos últimos, la resiliencia estuvo a la orden del día. Resistirse y rehacerse, un gran aprendizaje de vida para un simple educador como yo.

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