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LA FE DEL MAESTRO

LA FE DEL MAESTRO 

Cuántas veces hemos regresado a nuestro hogar luego de una jornada pedagógica ardua, extensa y agotadora, pero con la sensación indescriptible e inigualable del deber cumplido. Seguramente muchas veces. Eso le diría un docente, muchos de ellos sin dudarlo o al menos para quienes la praxis educativa tenga como base la vocación. Sin embargo, en los últimos meses, quizás en los dos o tres años más recientes, el trabajo docente en Venezuela ha pasado por unos filtros que pocos, por no decir que ninguno, se hubiese animado a señalar.

Desde la perspectiva de quien al volver la mirada atrás, ve reflejado en sus recuerdos casi dos décadas de ejercicio docente, esos recuerdos nos llevan a reflexionar en el punto de quiebre en la naturaleza humana, un limite en el que casi nadie se anima a pensar, pero existe, no se habla de ello, pero subyace, algo de lo que nadie se atreve a develar. Y es que el docente venezolano, a diferencia de otras sociedades, ha sido sometido a fuego lento en su vocación, se le ha doblegado en su espíritu de lucha, se le ha quebrantado en su fuerza vital para enseñar, esa fuerza que nos mueve a trascender en el tiempo y en el espacio por medio de la sonrisa de un niño o a través de esa expresión maravillosa de quien aprende y aprehende. Ese faro de luz se está apagando, poco a poco se extingue.

Que pudiera significar para la sociedad venezolana que su docente, su maestro, su educador, se quiebre en su fuerza vital, qué impacto pudiera tener para nuestra sociedad que el formador de voluntades no supere la prueba más difícil de su carrera profesional y muy probablemente la prueba más difícil de su vida. Para el hombre común quizás sea insignificante la renuncia de un docente, dejar la praxis educativa para entrar en otro campo laboral, a lo menos, debe ser considerada una tragedia, un sisma educativo.

Venezuela se encuentra en sus horas más oscuras, y justamente en esta hora crucial, el educador, cuyo rol en la historia de la humanidad siempre ha sido el de servir de puente para la construcción del futuro, justo en este instante, su vocación ha sido superada ampliamente por el hambre, por esa esclavitud moderna en el que sin grilletes y sin cepo los más poderosos suelen quebrantarle sin mucho esfuerzo el espíritu al más humilde.


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