Lo que se ha vivido en la calle en los últimos meses por los educadores no es fácil, quizás sea la forma que la vida nos da para que los maestros nos preparamos para un nuevo comienzo, un nuevo amanecer, y con el, nuevas oportunidades. Es el momento perfecto para abrir los ojos, no sólo para el maestro, para todo ciudadano de a pie, para levantar la mirada y tener la certeza de que algo grande, muy grande nos espera como país.
No es tiempo para la duda ni para la confusión, no es tiempo de mezquindades ni egoísmos, mente clara y corazón limpio en cada maestro venezolano, agradeciendo a Dios con mucha firmeza lo que tenemos como nación, valorando con humildad nuestras conquistas y aprendiendo dignamente de nuestras derrotas.
Maestro: que nuestros temores y agobios desaparezcan para dar paso a la esperanza, a la felicidad, a la convicción de un futuro más digno. Docente: Cielo nuevo para alcanzar y recibir bendiciones pues aún en medio de la adversidad hay mucho por agradecer. Educador: Tierra nueva para crecer como sociedad en respeto, en coraje, en gratitud.
Es tiempo de un nuevo comienzo, de la mano de Dios Venezuela será libre, no será fácil, pues un cambio de vida no sólo para los educadores requiere fuerza, coraje, convicción, firmeza. Venezuela amada, haz de gritar ¡YO PUEDO! y sus hijos a la par debemos replicar: ¡YO SERÉ QUIEN HAGA QUE ESTO PASE!.
De eso trata la vida, de asumir desafíos, así lo vemos los educadores, el esfuerzo de cada uno hará la diferencia, sin importar los talentos o capacidades, sin importar si estamos en la cúspide del éxito o en el abismo del fracaso, será nuestro esfuerzo, el que romperá las cadenas de la opresión y nos conduzca como nación hacia la libertad.
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